Descarbonización en la Cadena de Suministro
La sostenibilidad logística en España exige formación, hubs urbanos y visión estratégica para reducir emisiones y ganar competitividad territorial. La descarbonización es un reto economico, ecologico y social.
VEILLE ECONOMIQUE
LYDIE GOYENETCHE
12/16/202410 min leer


La sostenibilidad en la cadena de suministro: una urgencia logística, formativa y territorial en España
En 2023, el transporte y la logística representaron aproximadamente el 29,2 % de las emisiones totales de gases de efecto invernadero en España, según el Inventario Nacional de Emisiones del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO). Esta cifra sitúa al sector como uno de los principales focos de presión climática, especialmente por el crecimiento sostenido del comercio electrónico y la fragmentación de las rutas logísticas.
A pesar de esta realidad, sólo el 30 % de las empresas del sector logístico dispone de una estrategia clara de descarbonización, según el Informe de Sostenibilidad Logística 2023 elaborado por CEL (Centro Español de Logística). Además, el 47 % de los profesionales de la logística y el transporte reconoce no haber recibido formación específica en sostenibilidad o gestión de la huella de carbono, lo que revela un desfase crítico entre los objetivos climáticos y las competencias operativas en el terreno.
Frente a este panorama, el concepto de cadena de suministro sostenible no puede reducirse a una modernización tecnológica ni a la compra de vehículos eléctricos. Supone una revisión profunda de los procesos de aprovisionamiento, almacenamiento y distribución, así como de los criterios de evaluación de proveedores, de la planificación de rutas y de la gestión de los residuos generados a lo largo del ciclo logístico. La sostenibilidad logística se construye desde dentro, con datos fiables, compromiso transversal y visión estratégica.
Pero ningún cambio estructural se produce sin acompañamiento. En este contexto, la capacitación de los equipos logísticos y el apoyo de consultores especializados en RSE, compras sostenibles o transporte ecológico son decisivos para traducir las metas ambientales en decisiones concretas. España dispone de herramientas y recursos, pero la adopción real de estos mecanismos varía notablemente entre regiones, sectores y tamaños empresariales.
Este artículo propone una mirada profunda, técnica y territorial sobre los desafíos de la sostenibilidad en la cadena de suministro, mostrando cómo el reto ambiental se convierte también en una oportunidad formativa, estratégica y reputacional para el sector logístico español.
La logística, principal emisor y eje de transformación en España
La cadena de suministro sostenible es mucho más que una aspiración: en España, el transporte y la logística concentraron en 2019 el 30 % de las emisiones de gases de efecto invernadero, según informes del sector, y continúan constituyendo el principal desafío para alcanzar la neutralidad climática en 2050. Ese porcentaje no solo señala un problema medioambiental; representa un riesgo latente para la competitividad de las empresas, que deben equilibrar el precio y la rapidez en la entrega con los costes regulatorios, reputacionales y de energía.
Las decisiones logísticas no siempre reducen la huella de carbono
En la práctica, muchas empresas españolas consideran la optimización de rutas y la compra de vehículos eléctricos sin comprender en profundidad sus impactos. Si bien una flota con tractores eléctricos reduce las emisiones por kilómetro de 130 g de CO₂ a solo 23 g con la media del mix eléctrico actual, la inversión inicial puede ser elevada y solo es eficaz si va acompañada de formaciones específicas a los conductores, la compra estratégica de cargadores, la adaptación de rutas y el ajuste del modelo de negocio.
Desalineación entre sostenibilidad y lógica de costes
Los profesionales del sector logístico siguen siendo una palanca clave. Según el Barómetro AECOC 2024, el 96 % de las empresas ha incrementado su inversión en sostenibilidad en los últimos cinco años, y el 69 % de ellas enfoca esos esfuerzos en la reducción de emisiones del transporte. Pero destinar recursos sin formación adecuada puede crear tensiones: el departamento de compras, acostumbrado a priorizar precio y tiempos de entrega, se ve con frecuencia en conflicto con RSE y sostenibilidad. Este desfase provoca que apenas el 30 % de las empresas disponga de una estrategia real, medible y financiada para descarbonizar su cadena.
Centros pioneros en formación logística sostenible
Este vacío formativo explica por qué surgen instituciones especializadas. El Zaragoza Logistics Center (ZLC), fundado en 2003, forma parte del MIT Global Scale Network y ha sido clave en la formación de líderes en logística circular, sostenible y digital. Su modelo de posgrado y executive education permite a directivos comprender, medir y optimizar toda la huella de carbono de su cadena logística. De manera similar, la Fundación Valenciaport, impulsada por la Autoridad Portuaria de Valencia, ofrece un Máster en Gestión Portuaria donde la descarbonización del transporte marítimo, la electrificación de maquinaria portuaria y la introducción de hidrógeno y amoníaco como combustibles alternativos se integran con rigor técnico desde hace más de treinta años.
Capacitación práctica para operarios y mandos intermedios
La formación no solo es académica. Empresas del sector imparten cursos intensivos y aplicados, como el de “Introducción a la Logística Sostenible” de Smart Freight Center o RALOG, donde se desarrollan soluciones prácticas de reducción de emisiones, optimización de rutas y selección de embalajes sostenibles. Estas capacitaciones se dirigen a operarios, mandos intermedios y compradores para crear un entendimiento transversal de la relación entre coste y huella de carbono. Sin esta visión integrada, la logística verde podría ser percibida erróneamente como un gasto improductivo.
Consultores expertos en ecoeficiencia: una pieza clave del ecosistema
Es en este contexto donde emergen las consultorías especializadas en ecoeficiencia. G3M, por ejemplo, ayuda a las empresas a reducir su huella de carbono sin perjudicar su cuenta de resultados: evalúan el alcance 3, rediseñan procesos y certifican con herramientas que combinan sostenibilidad y ahorro. Este modelo responde a una demanda creciente: según la Red Española del Pacto Mundial, en España hay más de 2 300 entidades comprometidas con los ODS y los Principios de Responsabilidad Social de la ONU, lo que genera un entorno en el que cumplir márgenes sin impactar ecológicamente ya no es una opción.
El acceso desigual al conocimiento sostenible según regiones
Sin embargo, la realidad del sector sigue siendo fragmentada. Una iniciativa como los Premios Lean & Green, impulsados por AECOC, premia a empresas que reducen al menos un 20 % sus emisiones logísticas, pero todavía solo el 29 % calcula el alcance 3 completo (es decir, emisiones generadas por proveedores, uso del producto y residuos). A ello se suma una carencia generalizada de competencias digitales y analíticas: solo un 47 % del personal en logística está formado en gestión de la huella, según informes privados.
Cuando lo barato sale caro: el precio frente al coste total
La desconexión entre optimización de costos y ecología se evidencia en decisiones de compra: en muchas pymes, el criterio principal sigue siendo el precio por kilómetro, sin considerar el coste total. Sin embargo, un enfoque de cadena sostenible, que integra la medición real de emisiones, genera ventajas como la reducción de combustible, mejora de la reputación y anticipación a regulación futura. Consultoras como G3M o Auren argumentan que un enfoque holístico —infraestructura, formación, tecnología y partners— es imprescindible para lograr ese equilibrio sin comprometer competitividad.
Formación continua en puertos y redes ferroviarias
El desafío es aún mayor en el entorno portuario y ferroviario. España ha aprobado un plan de 1 600 millones de euros para 2026, de los cuales 280 están destinados a electrificación de muelles y conexiones terrestres, reduciendo emisiones en actores como Adif o puertos de Valencia, A Coruña y Algeciras. Estas inversiones solo surtirán efecto si los operadores portuarios y ferroviarios reciben la formación necesaria para gestionar la transición energética, optimizar operaciones y negociar acuerdos con cargadores y agentes, algo que comenzó a implementarse en programas conjunto de formación e innovación de la Fundación Valenciaport.
Liderazgo sostenible: la EOI y los nuevos perfiles directivos
A ello se suman las formaciones transversales que combinan logística con negocio: instituciones como la Escuela de Organización Industrial (EOI) ofrecen programas en liderazgo sostenible donde los directivos aprenden a integrar objetivos ESG en las operaciones sin sacrificar rentabilidad. ZLC y Fundación Valenciaport también promueven formación a compras, finanzas y logística —incluyendo simulación de costes totales— para internalizar que "lo verde" puede ser también eficiente.
Hubs logísticos compartidos: solución estratégica frente a las Zonas de Bajas Emisiones
La implantación progresiva de las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) en España está transformando el panorama logístico urbano. Desde enero de 2023, más de 49 municipios han activado ZBE en su territorio, cumpliendo con la Ley de Cambio Climático. Esta cifra aumentará a más de 100 zonas activas antes de finales de 2025, afectando a todas las ciudades de más de 50 000 habitantes. El objetivo: restringir el acceso de vehículos contaminantes, reducir las emisiones de partículas finas y avanzar hacia ciudades más limpias. Sin embargo, esta transición genera también fricciones para las empresas logísticas y sus clientes. La movilidad de mercancías se ve limitada por sanciones, restricciones horarias y exigencias técnicas sobre la flota, lo que afecta directamente la rentabilidad de la última milla.
Obstáculos logísticos en entornos urbanos regulados
Ciudades como Barcelona, Madrid, Donostia-San Sebastián, Pamplona o Málaga han sido pioneras en aplicar las ZBE. En Barcelona, la ZBE de las Rondas, una de las más ambiciosas del país, ha reducido el tráfico en un 11–15 % durante los primeros días de aplicación. En Donostia, donde la topografía y la densidad urbana complican aún más la logística, se estima que el tráfico puede caer hasta un 30 % en las zonas más afectadas. Estas cifras, positivas desde el punto de vista medioambiental, suponen sin embargo un desafío real para las empresas que realizan repartos diarios, especialmente aquellas que no disponen de vehículos eléctricos o que no tienen capacidad para adaptar sus rutas a tiempo.
El hub como respuesta operativa y coordinada
Frente a esta situación, los hubs logísticos compartidos entre empresas surgen como una solución operativa, inmediata y escalable. Al establecer un punto fijo de consolidación fuera del perímetro ZBE, varias empresas pueden agrupar sus mercancías y coordinar sus entregas dentro de la ciudad con vehículos adaptados, como furgonetas eléctricas, bicicletas de carga o sistemas de micrologística. Esto permite eliminar rutas redundantes, compartir el coste del transporte limpio y cumplir la normativa sin multiplicar las inversiones individuales. Este modelo reduce no solo el número de vehículos en circulación, sino también el tiempo en carretera y el consumo energético por paquete entregado.
Casos concretos: Barcelona, Madrid y Valencia
El hub urbano de SEUR en el Eixample barcelonés es uno de los ejemplos más exitosos del país. Procesa más de 800 envíos diarios que se entregan mediante furgonetas eléctricas y cargo-bikes, evitando así el uso de vehículos diésel en zona ZBE. Esta operación ha logrado reducir un 16 % de las emisiones de CO₂ por paquete, a la vez que mejora la puntualidad y la percepción ciudadana del servicio. En Madrid, estudios recientes muestran que un hub urbano bien gestionado permite reducir los costes logísticos en un 13 % por envío, generando ahorros diarios superiores a los 40 000 euros si se consolida el volumen de varios operadores. En Valencia, la combinación puerto-intermodal con hubs regionales prepara la ciudad para integrar más de 20 000 entregas semanales con criterios sostenibles, aprovechando tanto la logística marítima como la ferroviaria.
Koiki y la micromovilidad sostenible
Otras empresas como Koiki han desarrollado modelos basados en micro-hubs de barrio, donde los repartidores acceden a pie o en bicicletas de carga para realizar entregas limpias, sin invadir el espacio urbano ni generar emisiones. Estos hubs aprovechan locales compartidos o parkings infrautilizados y permiten cubrir las últimas calles sin coste ambiental. Además, las entregas pueden organizarse en franjas horarias compatibles con la normativa ZBE, evitando multas o restricciones. Este tipo de soluciones resulta especialmente útil para e-commerce, restauración y productos de alta rotación.
Hubs regionales y conexión interurbana: el caso Madrid–Valencia
A escala mayor, la colaboración entre la Comunidad de Madrid y la Generalitat Valenciana para impulsar el mayor hub logístico interregional de España demuestra el interés estratégico de estos centros. Su objetivo es consolidar flujos de mercancías entre dos regiones densamente industrializadas, reduciendo kilómetros vacíos y evitando la entrada innecesaria de camiones contaminantes en entornos urbanos. Este tipo de infraestructura, basada en nodos de transferencia, facilita también la transición hacia el transporte intermodal, integrando tren, carretera y energías limpias como el biogás o el hidrógeno renovable.
Ventajas económicas, técnicas y ecológicas
La creación de hubs compartidos permite a las empresas reducir significativamente el coste por kilómetro recorrido, ya que se optimiza la carga útil de cada vehículo y se minimiza el tiempo en vacío. Desde el punto de vista operativo, mejora la fiabilidad de los repartos, disminuye el número de incidencias y permite planificar rutas con más precisión. A nivel medioambiental, los hubs contribuyen a reducir entre un 20 y un 34 % las emisiones directas del transporte, según estudios del Clean Cities Campaign y del Ministerio para la Transición Ecológica. Además, estas estructuras favorecen la inclusión de PYMES que, por sí solas, no podrían acceder a vehículos eléctricos o a rutas especializadas dentro del nuevo marco legal.
Adaptabilidad ante la regulación y mejora reputacional
La implementación de hubs no solo permite cumplir con las ZBE: se convierte en una herramienta estratégica para obtener certificaciones RSE, mejorar la trazabilidad y presentarse como operador responsable frente a clientes, socios e instituciones públicas. En un momento en que la contratación pública y muchos pliegos europeos valoran el impacto ambiental, los operadores que trabajan desde hubs sostenibles ganan puntos en competitividad y visibilidad.
Retos operativos y cambio de mentalidad
No obstante, implantar un hub compartido implica cambios estructurales: hay que compartir información, sincronizar cargas y generar confianza entre actores que históricamente han sido competidores. También es necesario invertir en tecnología (sistemas TMS, sensores, trazabilidad) y capacitar al personal en gestión colaborativa. A nivel cultural, el paso de una logística individual a una logística cooperativa exige liderazgo, transparencia y visión a medio plazo.
Conclusión: de la obligación ambiental a la oportunidad estratégica
Las ZBE han llegado para quedarse y marcan un nuevo marco para la movilidad urbana. En este contexto, los hubs compartidos no son solo una respuesta táctica, sino una palanca estructural de competitividad, resiliencia y transición ecológica. Permiten cumplir con la ley, reducir los costes logísticos, mejorar la calidad del aire y profesionalizar las cadenas de suministro. Las empresas que apuestan por este modelo no solo adaptan su operativa: refuerzan su propuesta de valor y se posicionan como actores del cambio en un mercado cada vez más exigente.


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