Consultores al Rescate: ¿Marketing, Digital o Experiencia del Cliente? ¡Que Empiece la Batalla!
Cuando los consultores chocan, el Wi-Fi se cae, los chefs se quejan y los pedidos se pierden. Descubre cómo el marketing, lo digital y la experiencia del cliente se enfrentan (y colaboran) en un caso lleno de humor y desafíos reales.
MARKETING
LYDIE GOYENETCHE
1/5/20256 min leer


En el tablero de la digitalización industrial, cada movimiento cuenta. De un lado, el responsable de comunicación institucional, decidido a construir un sitio web sobrio y elegante, alineado con los estándares de excelencia del mercado B2B y B2G. Su objetivo: proyectar solidez, proteger el saber hacer interno y transmitir confianza a través de un lenguaje corporativo impecable. En su mente, el rey es la reputación.
Del otro lado del tablero, se mueven piezas menos visibles, pero igual de estratégicas: los compradores técnicos, los responsables de mantenimiento, los prescriptores discretos que comparan ofertas entre dos reuniones. Para ellos, lo que importa no es tanto el estilo como la claridad funcional: fichas técnicas, disponibilidad real, soporte posventa, compatibilidad, tiempos de entrega.
En el centro, Bilbao. Una ciudad industrial en plena transformación digital, donde las empresas que dominan el arte de mover sus peones con sutileza logran posicionarse en mercados complejos, sin sacrificar ni su ADN ni sus clientes.
Hoy te invitamos a presenciar una partida ficticia —pero muy reveladora— entre tres consultores llamados a mediar esta tensión: el estratega digital, el especialista en experiencia del cliente y la consultora en marketing inbound B2B. Acompáñanos en esta historia donde cada jugada cuenta... y donde no basta con mover el rey, si olvidas a los peones.
Marketing, Digital y Experiencia del Cliente: la partida silenciosa
Bilbao, un lunes por la mañana. La ciudad respira acero, innovación y memoria obrera. En una sala de reuniones con vistas al Nervión, un tablero de ajedrez se despliega en silencio. No hay piezas físicas. Solo un sitio web, un mercado y una tensión contenida. Comienza la partida.
Primer movimiento: el rey de mármol
El primer movimiento pertenece al responsable de comunicación institucional. Juega con blancas. Su visión es clara: construir un sitio web sobrio, elegante, alineado con los estándares del mercado B2B y B2G. La reputación es su rey, y protegerla es su prioridad.
Avanza su primer peón con cuidado. Publica una home limpia, simétrica, sin estridencias. Colores neutros, bloques discretos, frases perfectamente calibradas: "Solidez industrial", "Compromiso ESG", "Excelencia certificada". El diseño responde a los cánones de las licitaciones públicas y a los valores de una empresa que se proyecta como socio fiable de largo plazo.
Detrás de cada movimiento, hay una convicción: no se debe mostrar demasiado. Nada de precios, ni procesos internos. Ninguna referencia a los tiempos de entrega o a las fichas técnicas. Solo lo que conviene decir, y nada que pueda comprometer la ventaja competitiva.
La defensa está construida. El rey está protegido. El tono es institucional.
El contraataque silencioso del mercado
Pero el mercado, ese jugador oscuro y pragmático, no responde con solemnidad. Juega con negras, y no respeta los protocolos. Su primera jugada es una búsqueda simple:
"Proveedor de equipos industriales en Bilbao con entrega rápida".
Nada. El sitio del jugador blanco no aparece.
Segunda jugada:
"Compatibilidad maquinaria normativa francesa".
Silencio.
Tercera:
"Soporte técnico en francés para restauradores en Euskadi".
El sitio sigue ausente. El mercado empuja sus peones con paciencia. Cada consulta no respondida es un movimiento ganado. Cada ausencia semántica es una casilla cedida.
En el tablero digital, el silencio institucional comienza a volverse ruido competitivo. Otras páginas más simples, menos sofisticadas pero más útiles, ocupan el espacio. No brillan. Pero están. Y eso, en SEO local, vale más que mil palabras elegantes.
La apertura se cierra: el tablero se inclina
Mientras el responsable institucional alaba la solidez de su castillo digital, los compradores se deslizan por otros caminos. Comparan. Evalúan. Contactan. Dejan su correo. Reciben una respuesta.
En cambio, el sitio blanco ofrece un formulario largo, sin guía. Un número de teléfono escondido. Ninguna traducción al francés. Ninguna optimización para móviles. Ninguna prueba de que se entienda lo que el cliente busca.
El jugador blanco cree haber avanzado. Pero ha perdido el control del centro.
Medio juego: tensión en el centro del tablero
El responsable de comunicación sigue confiado. Ha activado sus torres. Una en “Calidad”, otra en “Responsabilidad social”. Intocables, robustas, perfectamente alineadas. Cada sección del sitio es como una ficha de dominó cuidadosamente colocada: sin errores, sin manchas, sin exposición.
Pero el ajedrez no se gana solo con defensa.
El mercado, imperturbable, empuja su alfil por el flanco. Una nueva consulta aparece en los motores de búsqueda:
"Demostración en vídeo del funcionamiento del equipo X"
Nada.
Otra:
"Tiempo de instalación para panaderías industriales en Bizkaia"
Silencio.
Los compradores no tienen tiempo para la elegancia. Buscan respuestas, compatibilidades, garantías, y no las encuentran.
Los prescriptores, más discretos, esperan contenido técnico claro, fichas descargables, casos de uso concretos. Pero el sitio institucional parece temer lo tangible. Prefiere hablar de "innovación transversal" y "alianzas estratégicas".
Cada palabra vacía es un movimiento perdido. Cada clic sin destino, un sacrificio innecesario. El jugador negro gana espacio, no con grandes piezas, sino con pequeños peones: un artículo de blog bien optimizado, una ficha PDF bien posicionada, una web responsive con llamadas a la acción claras. La partida se inclina.
Una resistencia que se agrieta
El jugador blanco se atrinchera. Inicia el enroque. Decide concentrar sus piezas en torno a un núcleo intangible: reputación, confianza, valores. Pero la presión no cede.
Los compradores de restauración, los técnicos de mantenimiento, los responsables de compras transfronterizas... todos siguen llegando. Todos siguen rebotando.
En ese momento, los consultores emergen. No en el tablero, sino bajo el tablero. Son como fuerzas invisibles que rehacen el plano de juego desde los márgenes.
La consultora en inbound marketing comienza a leer el tráfico como si fuera una partida paralela. Detecta palabras clave ignoradas, mercados no atendidos, intenciones de búsqueda desatendidas. Reconoce el vacío entre lo que se dice y lo que se busca. Propone un puente: contenido útil, bien redactado, localizado en Bilbao y orientado a resolver, no a impresionar.
El estratega digital, mientras tanto, estudia las trayectorias de los usuarios. Identifica cuellos de botella, abandonos silenciosos, errores de navegación. Rediseña flujos, mejora la velocidad, reestructura el backend. Crea espacio en el tablero.
El experto en experiencia del cliente reconstruye el sitio como si fuera un recorrido en planta: entrada, orientación, acceso rápido, asistencia humana. Cambia la lógica de exposición por la de circulación.
El sitio deja de ser un castillo. Comienza a ser una puerta.
Una nueva apertura, dentro de la misma partida
El tablero cambia sin que el jugador blanco lo note del todo. La home sigue siendo sobria. El diseño, coherente. El tono institucional, respetado. Pero debajo de esa superficie, algo ha cambiado.
Una sección aparece con contenido técnico descargable tras un formulario.
Una landing bilingüe dirigida a compradores franceses se posiciona en Google.
Un blog industrial —preciso, sin marketing vacío— comienza a generar tráfico cualificado.
Un chatbot guía al usuario sin invadir.
Una arquitectura invisible enlaza cada contenido con una intención real.
Final de partida: armonía entre estrategia y realidad
La partida no terminó con un jaque mate. Tampoco con una rendición. Terminó con un replanteamiento profundo del juego.
El responsable institucional entendió que la defensa sin conexión al terreno era una forma de inmovilidad. Que la elegancia del sitio no debía estar reñida con su utilidad. Que un sitio web podía seguir proyectando confianza, sin por ello sacrificar su capacidad de atraer, guiar y convertir.
El mercado, por su parte, reconoció los nuevos gestos. Donde antes encontraba muros, ahora hallaba pasajes. Donde antes todo era discurso, ahora había datos, caminos y contacto.
Los prescriptores comenzaron a quedarse más tiempo. Los compradores enviaron formularios. Los técnicos compartieron enlaces. La visibilidad no se consiguió a costa de la imagen, sino gracias a su transformación silenciosa.
En la sombra, los tres consultores retiraron sus manos del tablero. No ganaron. No perdieron. Simplemente orquestaron una convergencia estratégica.
— El sitio seguía siendo institucional, pero ahora hablaba el idioma del usuario.
— La marca mantenía su prestigio, pero sin esconder su valor práctico.
— El SEO local no era una moda: era el nuevo tablero donde se jugaban las oportunidades.
— La experiencia del cliente ya no era una capa decorativa, sino la columna vertebral de cada clic.
Epílogo
En Bilbao, como en toda ciudad industrial que se moderniza, no hay éxito digital sin una comprensión profunda del juego que se está jugando. Y en ese juego, no basta con proteger al rey.
Hay que dar valor a cada peón, a cada casilla, a cada paso del visitante invisible.
Así, el sitio de una empresa industrial deja de ser un escaparate estático y se convierte en lo que siempre debió ser:
una presencia viva, estratégica y al servicio del cliente.
El mercado detecta los cambios. Los peones negros retroceden un paso.
La partida se equilibra.
Pero ya no se trata de ganar por ataque.
Se trata de crear presencia.
Y en ese tablero, la alianza entre reputación institucional y estrategia inbound se convierte en la verdadera jugada maestra.


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