La experiencia del cliente: revolución silenciosa de las búsquedas

Google, ChatGPT y Perplexity transforman la forma de buscar: menos clics, más diálogo, precisión y confianza en la era de la inteligencia conversacional Google, Una nueva era donde la inteligencia conversacionnal redefine la experiencia del cliente digital.

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LYDIE GOYENETCHE

12/8/202412 min leer

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La revolución silenciosa de las búsquedas — de Google a la inteligencia conversacional

En los últimos años, la experiencia del usuario (UX) en los motores de búsqueda ha atravesado una transformación sin precedentes. Hasta hace poco, la interacción con Google o Bing consistía en escribir una consulta, revisar enlaces y seleccionar aquel que pareciera más prometedor. Este modelo, aunque funcional, presentaba fricciones: resultados poco relevantes, publicidad intrusiva, tiempo perdido entre pestañas. En un entorno donde la inmediatez y la precisión son cada vez más valoradas, las nuevas interfaces conversacionales basadas en inteligencia artificial están reconfigurando el panorama digital.

Según un informe de PwC, el 73 % de los usuarios abandona un sitio web si no encuentra lo que busca en los primeros 15 segundos. Esta impaciencia refleja una expectativa creciente: obtener respuestas claras, contextualizadas y personalizadas. Frente a esta demanda, herramientas como ChatGPT o Gemini ofrecen una experiencia radicalmente distinta: una conversación fluida, sin interrupciones publicitarias, sin necesidad de hacer clic, sin tener que jerarquizar decenas de enlaces.

El impacto ya es visible. Según un estudio de Semrush basado en una encuesta de Statista (2023), alrededor de 1 de cada 10 usuarios en Estados Unidos ya prefiere utilizar una IA generativa como fuente principal para sus búsquedas en línea para responder a sus preguntas generales o técnicas, en lugar de buscar en Google. Y en términos de fidelización, las cifras son reveladoras: más del 65 % de los usuarios que probaron una IA conversacional en los últimos seis meses volvieron a utilizarla al menos una vez por semana, según datos de Statista. Esta tasa de retención supera ampliamente la media observada en los motores de búsqueda tradicionales.

Este cambio también reconfigura el concepto de intención de búsqueda. Las consultas ya no son solo “palabras clave”, sino expresiones naturales de una necesidad: aprender, comparar, decidir, explorar. Las IA conversacionales pueden interpretar matices, sugerir nuevas rutas informativas e incluso anticipar preguntas futuras. En este nuevo paradigma, la experiencia del usuario ya no se mide solo por la rapidez con la que encuentra un enlace, sino por la profundidad, la utilidad y la continuidad del diálogo que puede entablar con una tecnología que aprende y se adapta.

Por ello, hablar hoy de experiencia de usuario implica mirar más allá del clic y del posicionamiento SEO. Implica comprender cómo las personas interactúan con las máquinas para satisfacer sus necesidades cognitivas, emocionales y prácticas. Implica también repensar el diseño de los contenidos digitales: ya no basta con aparecer en la primera página de resultados, hay que formar parte de un ecosistema conversacional en el que la confianza y la relevancia definan la relación entre la interfaz y el usuario.

Esta revolución, aún en curso, invita a marcas, medios y profesionales del marketing a preguntarse: ¿cómo responder a las nuevas expectativas de los usuarios en un entorno cada vez más conversacional? ¿Y cómo aprovechar estas tecnologías no solo para informar, sino para construir relaciones duraderas?

De los enlaces azules a las respuestas inteligentes: cómo Google rediseña la experiencia de búsqueda

Hasta hace pocos años, realizar una búsqueda en Google consistía esencialmente en escribir unas palabras clave, revisar una lista de enlaces azules, y seleccionar manualmente el contenido que pareciera más relevante. Este proceso, aunque eficaz en su momento, estaba lejos de ofrecer una experiencia personalizada o realmente intuitiva. En muchos casos, los usuarios debían abrir múltiples pestañas, comparar fuentes contradictorias y enfrentarse a contenidos SEO sobreoptimizados pero poco útiles.

Consciente de esta limitación, Google ha redoblado sus esfuerzos para mejorar la experiencia de las personas que utilizan su motor de búsqueda. Desde 2022, ha intensificado el despliegue de SpamBrain, su sistema de inteligencia artificial dedicado a identificar contenidos irrelevantes, sitios creados con fines exclusivamente comerciales o prácticas de posicionamiento manipuladoras. Gracias a esta tecnología, en 2023 se detectaron más de 200 veces más sitios de baja calidad que en 2018, según los propios datos de Google.

A esta estrategia se suma la consolidación del marco E-E-A-T (experiencia, conocimiento experto, autoridad y fiabilidad), que ahora influye de forma decisiva en la visibilidad de una página web. Por ejemplo, en el ámbito de la salud, Google prioriza los sitios de instituciones oficiales o de profesionales acreditados, reduciendo drásticamente el tráfico hacia blogs no especializados. Este cambio de enfoque ha obligado a miles de creadores de contenido a profesionalizar sus publicaciones, o bien a desaparecer de los primeros resultados.

Pero la transformación no se detiene ahí. En 2024, Google lanzó AI Overview, una función basada en inteligencia artificial generativa, que ofrece resúmenes inteligentes y contextuales directamente en la parte superior de la página de resultados. Estos “vistazos inteligentes” permiten al usuario obtener una respuesta inmediata sin necesidad de hacer clic. Para respaldar esta evolución, Alphabet ha anunciado una inversión de más de 10.000 millones de dólares en IA en los próximos años, una parte significativa de la cual está destinada al perfeccionamiento de la experiencia de búsqueda.

ANTES, buscar significaba investigar, comparar y navegar.
AHORA, la búsqueda se parece más a una conversación asistida por IA, donde el motor anticipa necesidades, filtra el ruido informativo y guía al usuario hacia la respuesta más pertinente.

Estos cambios reflejan una tendencia clara: el futuro del SEO y del marketing de contenidos estará dominado por la calidad, la intención real del usuario y la capacidad de responder con precisión en menos de diez segundos. En esta nueva era, ya no gana quien aparece primero, sino quien resuelve mejor.

ChatGPT y el auge de la comunicación empática: cuando la IA también escucha

Mientras Google evoluciona hacia una experiencia de búsqueda más eficiente, OpenAI ha revolucionado la relación con el conocimiento al introducir un modelo conversacional centrado en la escucha activa, la empatía y la personalización del diálogo. Más allá de la velocidad de respuesta, lo que distingue a ChatGPT no es solo su capacidad para informar, sino su habilidad para interactuar con el usuario siguiendo principios de comunicación no violenta, reformulaciones empáticas y mecanismos de efecto espejo inspirados en la psicología humanista.

Desde 2023, OpenAI ha incorporado, en sus versiones Pro y Team, ajustes de tonalidad, mayor respeto por las intenciones del usuario y la posibilidad de configurar un tono más profesional, neutro o cercano según el contexto. Esta mejora no es menor: según un informe publicado por Retention.ai en abril de 2024, el 62 % de los usuarios frecuentes de IA conversacional valoran más la cortesía y la claridad en las respuestas que la rapidez. Este dato demuestra que, incluso en un entorno automatizado, la forma importa tanto como el contenido.

Además, la fidelización en plataformas como ChatGPT se ha disparado. Mientras que el tiempo medio de permanencia en una búsqueda tradicional en Google ronda los 47 segundos (según datos de Similarweb), los usuarios de ChatGPT dedican en promedio entre 6 y 12 minutos por sesión, dependiendo del caso de uso (educación, redacción, ideación). Esta diferencia no solo se explica por la calidad de la información, sino por la sensación de acompañamiento cognitivo que genera una conversación fluida, sin fricciones.

Otro aspecto clave es la memoria conversacional progresiva. A partir de 2024, ChatGPT puede recordar preferencias, temas tratados anteriormente y estilos de lenguaje, siempre que el usuario lo permita. Esta capacidad genera un vínculo persistente, similar al que se establece con un asesor o mentor. El resultado es contundente: según datos internos de OpenAI y análisis de Sensor Tower, más del 78 % de los usuarios de ChatGPT Plus vuelven a utilizar la herramienta varias veces por semana, y un 41 % lo hace a diario.

Estamos ante una nueva dimensión de la experiencia digital: ya no se trata solo de encontrar respuestas, sino de sentirse escuchado, comprendido y acompañado en el proceso de búsqueda. Este giro hacia una comunicación más humana —aunque mediada por algoritmos— redefine por completo la lealtad del usuario y marca una clara diferencia frente a los modelos tradicionales centrados únicamente en el contenido.

# Réécriture du contenu sous forme entièrement rédigée, sans puces ni tableau

ChatGPT y el auge de la comunicación empática: cuando la IA también escucha

Aunque la atención mediática se centra en la irrupción de las inteligencias artificiales conversacionales, los motores de búsqueda clásicos siguen dominando el mercado. En 2025, Google mantiene una participación global cercana al 89,5 %, mientras que Bing se sitúa alrededor del 4 % y DuckDuckGo en torno al 0,9 %. En Estados Unidos, Google conserva una cuota de mercado del 86,8 %, con Bing alcanzando el 7,6 % y DuckDuckGo un 2,2 %. Sin embargo, si se analiza el tráfico generado específicamente por inteligencias artificiales, la tendencia comienza a cambiar de forma rápida. Según Semrush, el porcentaje de consultas que activan la función AI Overview en Google aumentó del 6,5 % en enero de 2025 al 13,1 % en marzo del mismo año. Estas respuestas generadas directamente en la parte superior de los resultados reducen la necesidad de hacer clic en los enlaces orgánicos tradicionales.

Al mismo tiempo, se observa un crecimiento notable en el tráfico que proviene de plataformas como ChatGPT o Perplexity. En Estados Unidos, el tráfico procedente de IA creció del 0,01 % en 2024 al 0,14 % en 2025. ChatGPT representa el 0,11 % de este tráfico, mientras que Perplexity alcanza un 0,02 %. Aunque estas cifras pueden parecer pequeñas, el cambio de hábito de los usuarios es significativo, especialmente en lo que respecta a las búsquedas informacionales. De hecho, cerca del 88 % de las consultas que activan AI Overview corresponden a búsquedas de tipo informacional, mientras que las de navegación, como “Facebook” o “Amazon”, pasaron del 0,74 % al 1,43 % en ese mismo periodo. En cambio, las búsquedas transaccionales continúan siendo dominadas por los motores tradicionales, donde los resultados patrocinados mantienen una posición privilegiada.

Google procesa actualmente alrededor de 14 000 millones de búsquedas diarias, mientras que ChatGPT registra unas 37,5 millones de consultas informativas. Por cada clic en noticias generado por ChatGPT, Google genera aproximadamente 379, lo que demuestra su dominio a gran escala. Aun así, Perplexity ha experimentado un crecimiento sorprendente. En Estados Unidos, representa ya el 16 % del uso de IA por escritorio, con una base de usuarios cercana a los 8,5 millones, y alcanzó los 30 millones de búsquedas diarias en junio de 2025, lo que equivale a 780 millones al mes.

En cuanto a la cuota de mercado global en inteligencia artificial conversacional, ChatGPT lidera con aproximadamente el 79,8 %, seguido de Perplexity con un 11 % y Microsoft Copilot con un 4,85 %. En definitiva, el reinado de Google sigue firme, pero su supremacía está siendo cuestionada por su propia IA integrada y por nuevas plataformas que se especializan en respuestas inmediatas, contextuales y dialogadas. Estas herramientas están transformando progresivamente la intención de búsqueda del usuario, que ya no busca solo enlaces, sino comprensión, síntesis y acompañamiento a través del lenguaje natural.

La paradoja estratégica: por qué Google y OpenAI compiten por búsquedas que no generan ingresos directos

A primera vista, puede parecer contradictorio que dos gigantes tecnológicos como Google y OpenAI estén invirtiendo tantos recursos en mejorar la respuesta a las búsquedas informacionales, precisamente aquellas que, por naturaleza, no están ligadas a una intención comercial directa. ¿Por qué entonces desarrollar algoritmos complejos, interfaces conversacionales y capacidades generativas para responder a preguntas como “¿qué es la fotosíntesis?” o “¿quién fue Simone Weil?”, si estas no generan clics en anuncios ni ventas inmediatas? La respuesta se encuentra en el valor estratégico de la fidelización, la confianza del usuario y la captura de datos en el momento más puro de su intención.

Desde el punto de vista del negocio, las consultas informacionales no son rentables en sí mismas, pero constituyen el primer contacto emocional y cognitivo entre una persona y una interfaz tecnológica. Es en ese instante de búsqueda desinteresada donde el usuario decide si confiará nuevamente en esa plataforma. Tanto Google como OpenAI lo saben: quien domina las respuestas neutrales y útiles, gana una autoridad simbólica que se transforma luego en decisiones comerciales, suscripciones o integración del servicio en el día a día del usuario.

Google, con AI Overview, no está directamente monetizando esas respuestas, pero sí está protegiendo su hegemonía en el ecosistema de búsqueda frente a una posible deserción hacia herramientas como ChatGPT. OpenAI, por su parte, aunque no incluye publicidad, logra posicionarse como referente de confianza, lo que refuerza su modelo de suscripción (ChatGPT Plus) y la adopción de sus servicios empresariales. Es una batalla por el tiempo de atención, por el posicionamiento cognitivo y por la presencia en la fase superior del embudo de conversión.

Además, estas interacciones permiten recoger datos valiosos sobre los intereses, frustraciones y niveles de comprensión del usuario. Aunque estas plataformas no comercialicen esta información de forma directa, sí la utilizan para entrenar sus modelos, mejorar la personalización, y afinar su capacidad predictiva. En términos estratégicos, estas búsquedas no son un gasto, sino una inversión a largo plazo en relevancia, retención y diferenciación.

Por último, en un entorno donde los usuarios están saturados de contenidos y desconfían cada vez más de la publicidad agresiva, ofrecer respuestas claras, rápidas y empáticas en una fase no comercial de su recorrido digital es quizás la forma más sutil y eficaz de construir marca. En este nuevo paradigma, no gana quien vende más rápido, sino quien acompaña mejor desde el principio.

El impacto de la frustración cognitiva y emocional en la experiencia del usuario digital

La relación entre un usuario y una interfaz digital no depende únicamente de la precisión de las respuestas, sino también de cómo se gestiona emocional y cognitivamente la experiencia de búsqueda. Cuando una persona no encuentra fácilmente lo que busca, o recibe respuestas poco relevantes, se activa una respuesta de frustración que afecta tanto la percepción del canal como la disposición a volver a utilizarlo. "Esta frustración cognitiva no es anecdótica: según un informe de PwC, el 32 % de los usuarios afirma que abandonaría una marca después de una sola experiencia negativa, incluso si previamente había tenido interacciones positivas. Por eso, gestionarla no es solo una cuestión de diseño UX, sino una estrategia fundamental para construir relaciones digitales sólidas y sostenibles, que permitan no solo retener a los usuarios, sino también convertir la confianza en valor de marca a largo plazo.

”Desde las neurociencias, se sabe que la búsqueda de información activa regiones cerebrales relacionadas con la recompensa, como el núcleo accumbens. Cuando la búsqueda se resuelve con éxito, el cerebro libera dopamina, generando satisfacción. En cambio, cuando la información no es clara o no se encuentra, se activa el eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (HHA), que desencadena una respuesta de estrés leve, generando tensión, irritabilidad y rechazo hacia la fuente consultada.

Esta dimensión emocional es aún más crítica cuando se trata de entornos conversacionales. En un estudio del MIT Media Lab, se observó que los usuarios de interfaces empáticas, que reformulan las preguntas o reconocen la confusión del usuario, muestran un 29 % más de permanencia y una tasa de retorno un 21 % superior, en comparación con aquellos expuestos a respuestas impersonales. La clave está en reducir la carga cognitiva y aumentar la sensación de guía y acompañamiento.

Para las marcas, esto implica un cambio profundo: no basta con “estar bien posicionadas” en los buscadores, sino que deben cuidar el tipo de interacción que proponen. La frustración acumulada, incluso si es breve, erosiona la confianza y rompe el hilo de continuidad en la relación digital. Por el contrario, una experiencia fluida, clara y emocionalmente contenida fortalece el vínculo y aumenta las probabilidades de conversión futura.

En definitiva, entender y gestionar la frustración cognitiva y emocional no es solo una cuestión de diseño UX, sino una estrategia fundamental para construir relaciones digitales sólidas y sostenibles.

De la satisfacción momentánea a la construcción de vínculos: diseñar experiencias que dejan huella

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