Evangelizar con Teresa de Ávila: verdad encarnada en tiempos de algoritmos
Descubre cómo evangelizar hoy con Teresa de Ávila como guía, entre búsqueda espiritual, IA y responsabilidad digital de la Iglesia. Las palabras calladas en la red tienen que aparecer.
SPIRITUALITE
LYDIE GOYENETCHE
6/4/202515 min leer


Del convento al algoritmo: entre la transmisión del alma y el espejismo digital
En las búsquedas recientes de Google, algo llama la atención: términos como “retiro espiritual poderoso”, “despertar de la kundalini”, “alineación energética grupal”, “retiro de sanación cuántica” o incluso “retiros chamánicos en España” han empezado a multiplicarse con una frecuencia que no puede ser casual. Las herramientas de SEO lo confirman: crece una sed. Pero... ¿de qué tipo?
En un mundo que ha reemplazado los relojes por notificaciones, el alma humana sigue anhelando lo eterno. Pero esta sed es muchas veces orientada, manipulada, redirigida por quienes saben vender el “misterio” como un producto más. Lo que antes se transmitía de corazón a corazón —como una antorcha entre generaciones— corre ahora el riesgo de volverse un clic, una promesa vacía, una conversión que no transforma.
Lo que más sorprende es el desfase radical entre esta efervescencia de lo esotérico en la red y el modo en que los grandes testigos del espíritu comprendían la transmisión verdadera. Santa Teresa de Jesús, antes de escribir libros, antes incluso de pensar en fundaciones, vivía la fe en lo cotidiano: en el lavadero, en la cocina del convento, en la conversación sincera entre hermanas. Para ella, la transmisión no era un evento ni un seminario. Era vida compartida, encarnación silenciosa, don que pasa de una mirada fiel a otra, en la humildad de lo ordinario.
Hoy, sin embargo, asistimos a un fenómeno nuevo: personas que, con buenas o malas intenciones, utilizan las herramientas del marketing digital para ofrecer "retiros transformadores" desde el primer impacto visual, sin haber antes caminado con quienes buscan. El riesgo no está en el uso de la técnica, sino en la ruptura de la coherencia. El alma humana no es un segmento de mercado.
El marketing digital ha entrado en el espacio del espíritu. ¿Es eso un mal? No necesariamente. Santa Teresa, reformadora y visionaria, supo conjugar lo humano y lo divino, la inteligencia estratégica y la obediencia profunda. Fundó conventos no solo con fe, sino con administración, redes de apoyo y cartas escritas con sangre y fuego. Sabía que toda obra verdadera necesita estructura, respaldo y claridad.
Hoy, en pleno siglo XXI, algunos quieren levantar “monasterios digitales”, anunciar retiros de silencio a través de anuncios de Facebook, y atraer a buscadores del alma mediante técnicas de neuromarketing. ¿Dónde está el límite entre estrategia y manipulación? ¿Hasta qué punto puede el SEO servir a una causa sin traicionarla?
Este artículo propone abrir esa puerta, sin miedo pero con discernimiento. Hablar de linkbuilding, tesorería y Facebook Ads no es incompatible con una visión ética, encarnada y coherente de la espiritualidad. Al contrario: si queremos sostener en el tiempo lo que tocamos con reverencia, si deseamos transmitir sin deformar, debemos pensar también en los cimientos. Como Teresa: con los pies en la tierra y el corazón en el cielo.
Finanzas con alma: Linkbuilding interior, sostenibilidad y las lecciones de Teresa de Ávila
Santa Teresa de Ávila sabía que fundar un convento era, ante todo, fundar una casa. Con ladrillos, pan, leña, y monedas que no caían del cielo. Su espiritualidad era intensa, pero no etérea: tejía vínculos con nobles, organizaba redes de ayuda, mantenía correspondencia para asegurar el sustento de sus comunidades. Su vida interior no estaba separada de la administración concreta. Fundar sin calcular, para ella, era construir sobre arena.
Hoy, muchas iniciativas espirituales desean hacer el bien, abrir espacios de silencio, acompañar procesos humanos. Pero ¿cómo sostenerlo si no se ha pensado en la capacidad de autofinanciación? ¿Cómo mantener una misión viva si no se cuidan el fondo de maniobra o la tesorería?
Hablar de finanzas no es mundano: es cuidar el cuerpo de una obra para que su alma pueda respirar.
Un retiro que no cubre sus costes reales, que depende cada mes de donativos imprevistos o de la generosidad de un solo patrocinador, está siempre en riesgo. Y eso genera ansiedad, no confianza. Peor aún: puede llevar a estrategias de captación agresiva que traicionan la vocación inicial.
El linkbuilding, en sentido literal, es una técnica SEO que busca generar enlaces externos hacia un sitio web para mejorar su autoridad y visibilidad. Pero en el plano simbólico, es mucho más: se trata de construir vínculos de confianza, relaciones duraderas, ecosistema de apoyo. Lo que Teresa de Ávila hacía con sus cartas y visitas es, de algún modo, un linkbuilding espiritual y humano. Ella entendía que una misión sin vínculos no puede sostenerse.
En el mundo digital, esto significa:
Aparecer en portales afines que reconocen tu valor.
Ser citado por blogs o comunidades que comparten tu visión.
Participar en redes no solo para conseguir clics, sino para tejer sentido.
Un buen linkbuilding no es solo técnico: es ético. No se trata de comprar enlaces como quien reparte panfletos. Se trata de generar una reputación coherente, un reflejo auténtico de lo que eres y lo que vives. Porque Google puede premiar un enlace, pero las personas perciben la verdad más allá del algoritmo.
Así como una comunidad necesita estabilidad financiera para florecer, también necesita un anclaje digital sólido para no ser arrastrada por los vientos del contenido efímero. Un sitio sin backlinks es como un convento sin puertas abiertas al mundo. Un proyecto espiritual sin tesorería ni estrategia es como una fundación sin cimientos.
Del don a la autonomía: finanzas claras para misiones transparentes
Teresa de Ávila no mendigaba. Pedía con humildad cuando era necesario, pero no convertía la dependencia en sistema. Comprendía que la dignidad de una obra espiritual no puede sostenerse sobre la inestabilidad de los impulsos ajenos ni sobre la buena voluntad incierta de los mecenas. Por eso insistía tanto en la prudencia y en la previsión. Cada fundación debía contar con una base concreta, sostenible, una forma de sostenerse sin traicionar su espíritu.
En el presente, muchas iniciativas espirituales siguen apoyándose casi exclusivamente en donaciones esporádicas, sin haber desarrollado una estrategia financiera sólida. Esta fragilidad repercute directamente en la tesorería. Cuando los ingresos dependen de factores incontrolables —como la generosidad momentánea o el entusiasmo puntual generado por una campaña—, el fondo de maniobra se reduce a su mínima expresión. Y con él, se reduce también la paz, la claridad y la capacidad de decidir sin presión.
Una campaña de publicidad en Facebook para captar participantes en retiros espirituales puede tener un coste por clic de entre 0,80 y 2,50 euros, y un coste por contacto cualificado de entre 20 y 60 euros. Si una comunidad necesita reunir al menos doce personas para cubrir los gastos fijos de un retiro —alquiler del espacio, manutención, honorarios de facilitadores, seguros y logística—, la inversión publicitaria inicial puede superar fácilmente los 500 euros, sin garantía alguna de conversión. Esto no solo representa un riesgo financiero, sino también un desgaste energético y espiritual.
Ante esta realidad, muchas comunidades han comenzado a explorar otras vías más coherentes con su identidad. La creación de una tienda en línea, por ejemplo, puede ser un gesto profundamente teresiano. No se trata de caer en el mercantilismo, sino de ofrecer frutos concretos del trabajo interior: libros escritos por miembros de la comunidad, cuadernos elaborados artesanalmente, velas, obras de arte, o incluso acceso a formaciones grabadas que prolongan la experiencia vivida en los retiros. Esta tienda no solo genera ingresos, sino que establece un vínculo más continuo, más orgánico, con quienes simpatizan con la misión.
Cuando esta tienda está bien diseñada, bien posicionada y vinculada estratégicamente mediante una política de linkbuilding ética, su contribución al fondo de maniobra es notable. Permite cubrir gastos recurrentes, invertir en mejoras, pagar dignamente a los colaboradores y, sobre todo, dejar de tomar decisiones urgentes bajo la presión de la escasez. Una obra que se financia sin miedo ni dependencia excesiva se vuelve más libre para servir.
Así, la autonomía financiera no contradice el espíritu evangélico, sino que lo protege. Permite seguir caminando con los pies en la tierra, con transparencia, sin caer en compromisos sociales que contradigan la verdad interior. Teresa lo comprendió en su tiempo. Hoy, la economía digital nos ofrece nuevas herramientas, pero el discernimiento sigue siendo el mismo: ¿esto que hago sostiene la misión... o la compromete?
Del algoritmo al alma: el auge del esoterismo digital y la misión de la Iglesia
En los últimos años, las búsquedas relacionadas con prácticas esotéricas han experimentado un notable incremento en España. Términos como "tarot", "rituales de abundancia" o "alineación energética" se han vuelto comunes en las consultas de los usuarios, reflejando una creciente sed de espiritualidad y sentido en la sociedad contemporánea.
Este fenómeno no es aislado ni superficial. La digitalización ha facilitado el acceso a una amplia gama de contenidos esotéricos, desde lecturas de cartas en línea hasta cursos de astrología, muchos de los cuales se presentan como soluciones rápidas a las inquietudes existenciales de las personas. La pandemia y la incertidumbre global han intensificado esta búsqueda de respuestas, llevando a muchos a explorar caminos alternativos .
Sin embargo, esta tendencia plantea preguntas fundamentales sobre la autenticidad y profundidad de la experiencia espiritual que se ofrece en estos espacios digitales. La espiritualidad, reducida a menudo a un producto de consumo inmediato, corre el riesgo de perder su esencia transformadora y comunitaria.
Frente a este panorama, es esencial recordar la misión original de la Iglesia en la evangelización: ser testigo del amor de Dios y acompañar a las personas en su camino de fe. Santa Teresa de Ávila, con su vida y enseñanzas, nos muestra que la verdadera transmisión de la fe ocurre en la cotidianidad, en la vida compartida y en la profundidad de la oración. Ella no buscaba seguidores a través de promesas vacías, sino que invitaba a una relación íntima y transformadora con Dios.
La Iglesia está llamada a responder a las inquietudes espirituales de nuestro tiempo, no con estrategias de marketing superficial, sino con autenticidad, coherencia y compromiso. Esto implica una presencia activa y significativa en el mundo digital, ofreciendo contenido que no solo informe, sino que también inspire y acompañe.
En este contexto, el uso ético de herramientas como el SEO y el linkbuilding puede ser valioso, siempre que se utilicen al servicio de la verdad y la misión evangelizadora. La clave está en construir puentes que conecten a las personas con experiencias auténticas de fe, en lugar de trampas que exploten sus vulnerabilidades.
En definitiva, ante el auge del esoterismo digital, la Iglesia tiene la oportunidad y la responsabilidad de ofrecer una alternativa sólida y esperanzadora, arraigada en la tradición y abierta a los desafíos del presente. Siguiendo el ejemplo de Santa Teresa, estamos llamados a ser luz en medio de la confusión, guiando a las almas hacia una experiencia profunda y liberadora del amor de Dios.
Publicidad espiritual o presión comercial: ética, Facebook y sostenibilidad en diez años
A primera vista, invertir en campañas de publicidad en Facebook puede parecer una forma eficaz de dar a conocer una propuesta espiritual. Con una segmentación precisa y un mensaje atractivo, muchas comunidades logran llenar sus retiros o cursos en pocas semanas. Pero ¿qué ocurre cuando se observa esta estrategia no desde la inmediatez de los resultados, sino desde la perspectiva silenciosa y sabia del tiempo?
Imaginemos el caso de una comunidad que organiza seis retiros al año. Para lograr el número necesario de participantes, debe invertir una media de ochenta euros por persona en publicidad digital. Si cada retiro requiere al menos quince inscritos para cubrir sus costes logísticos, formativos y operativos, la inversión publicitaria asciende a mil doscientos euros por evento, lo que equivale a siete mil doscientos euros anuales dedicados únicamente a campañas de captación.
Durante el primer año, esta inversión puede parecer rentable. Los retiros se llenan, las actividades se mantienen y la visibilidad en redes mejora. Sin embargo, esta forma de operar crea una dependencia estructural del gasto externo, haciendo que la obra no se sostenga por sí misma sino por la necesidad constante de generar impacto.
Si se proyecta esta lógica a diez años, el resultado es una inversión acumulada de más de setenta mil euros en anuncios, sin contar con la inflación, los cambios en el algoritmo de las plataformas o el coste en tiempo humano invertido en gestionar campañas, segmentaciones y conversiones.
Desde un punto de vista financiero, esa suma representa mucho más que un gasto. Son recursos que podrían haberse destinado a la construcción de un fondo de maniobra sólido, capaz de ofrecer estabilidad frente a los vaivenes del calendario y de la coyuntura. Con una gestión estratégica, esos fondos podrían haber permitido generar una capacidad de autofinanciación regular cercana a los seis mil euros anuales mediante la venta de contenidos formativos, productos elaborados en coherencia con la misión, o suscripciones espirituales. En diez años, esa capacidad de autofinanciación acumulada habría alcanzado los sesenta mil euros de excedente, permitiendo a la comunidad invertir en infraestructuras, pagar con justicia a sus colaboradores y asegurar la continuidad de su misión sin recurrir a compromisos contradictorios.
La tesorería, entendida como el oxígeno diario de una obra, deja de ser una fuente de preocupación cuando no depende exclusivamente del siguiente retiro lleno o de la generosidad de un donante puntual. La comunidad puede entonces planificar, invertir, detenerse, discernir... sin angustia. La libertad interior nace también de la serenidad exterior.
Frente a esto, el modelo alternativo propuesto no busca sustituir la publicidad por aislamiento, sino reemplazar la urgencia por visión. Muchas comunidades ya están caminando hacia esta transformación: diversifican sus fuentes de ingreso, construyen una tienda en línea coherente con su identidad espiritual, fortalecen sus vínculos digitales mediante un linkbuilding ético y sostenible, y desarrollan relaciones duraderas con quienes comparten su camino. Esta lógica puede parecer más lenta, pero construye raíces profundas. Es el modelo teresiano por excelencia: firme, realista, libre de prisas, pero lleno de sentido.
Teresa de Jesús no se engañaba con promesas inmediatas. Ella sabía que una misión necesita pan, leña y contabilidad. Pero también sabía que una obra no se sostiene solo con números, sino con verdad. Hoy, nuestras decisiones digitales deben estar al servicio de esa misma verdad. Porque si la conversión se mide por clics y no por transformación, hemos cambiado de evangelio sin darnos cuenta.
El linkbuilding como acto de fe: visibilidad digital, pobreza estructural y el testimonio silencioso
En 2025, el cristianismo continúa siendo la religión más extendida a nivel mundial, con aproximadamente 2.640 millones de fieles, lo que representa cerca del 31% de la población global. Dentro de esta cifra, la Iglesia Católica cuenta con alrededor de 1.406 millones de bautizados, es decir, aproximadamente el 18% de la población mundial.
A pesar de estas cifras significativas, muchas comunidades religiosas enfrentan desafíos en la participación activa de sus fieles, especialmente de aquellos con menos recursos económicos. Las actividades como retiros espirituales o formaciones teológicas suelen tener costos que no todos pueden afrontar, lo que limita su acceso a quienes más podrían beneficiarse de ellas.
En este contexto, el linkbuilding ético se presenta como una herramienta valiosa para fortalecer la presencia digital de las comunidades religiosas sin incurrir en gastos adicionales. Este enfoque implica que miembros de la comunidad con conocimientos técnicos y recursos, como empresarios o profesionales con sitios web, enlacen de manera natural y desinteresada al sitio de la comunidad. Estos enlaces, conocidos como backlinks do-follow, son altamente valorados por los motores de búsqueda como Google, mejorando la visibilidad de ambos sitios involucrados.
Sin embargo, muchos cristianos dudan en expresar abiertamente su fe en entornos públicos o profesionales. Esta reticencia puede compararse con la de un niño que, aunque desea escuchar una historia de su madre antes de dormir, evita mostrar afecto hacia ella frente a sus compañeros por temor al juicio. Si figuras como San Pablo hubieran actuado con similar timidez, es probable que el cristianismo no hubiera perdurado hasta nuestros días.
Un enlace desde un blog personal hacia el sitio de una comunidad religiosa puede parecer un gesto pequeño, casi imperceptible, pero tiene un impacto significativo. Es una forma de testimonio silencioso que, aunque no siempre visible para todos, puede guiar a quienes buscan respuestas espirituales hacia recursos auténticos y confiables.
Además, este tipo de linkbuilding no requiere inversiones económicas, lo que lo convierte en una estrategia accesible para comunidades con recursos limitados. Al fomentar una red de enlaces basada en la confianza y la fe compartida, se fortalece la presencia digital de la comunidad y se amplía su alcance, permitiendo que más personas, independientemente de su situación económica, accedan a sus enseñanzas y actividades.
En resumen, el linkbuilding ético no solo mejora la visibilidad en línea de las comunidades religiosas, sino que también refleja un compromiso genuino de sus miembros por compartir y vivir su fe de manera activa y solidaria.
Inteligencia artificial y presencia eclesial: responsabilidad digital frente a los resúmenes automatizados
En 2025, los motores de búsqueda ya no se limitan a mostrar resultados. Cada vez más, generan resúmenes automáticos —conocidos como IA Overviews— que sintetizan la información de múltiples sitios web sin necesidad de que el usuario haga clic. Esta nueva forma de presentar el contenido puede parecer una comodidad, pero plantea una pregunta crucial: ¿qué se muestra al mundo cuando alguien busca “Jesús”, “retiro espiritual”, “Iglesia católica” o “cómo rezar”?
La respuesta dependerá de la calidad, coherencia y autoridad de los contenidos publicados por las instituciones que deberían ser referentes en estas materias. Si los sitios eclesiales y centros espirituales reconocidos no han producido suficiente contenido bien estructurado, comprensible, actualizado y optimizado, la inteligencia artificial recurrirá a lo que encuentre: fragmentos de blogs personales, plataformas esotéricas, o contenidos sensacionalistas que nada tienen que ver con la fe vivida y transmitida por la Iglesia.
En este nuevo escenario digital, el silencio institucional no es neutral: es un espacio vacío que otros ocupan. Y cuando ese espacio lo ocupa la confusión, el espectáculo o la pseudociencia espiritual, no solo se deforma la verdad, sino que se pone en riesgo la salud interior de quienes buscan orientación con sinceridad.
Frente a esta realidad, la Iglesia no puede delegar su presencia digital ni abandonarla a la improvisación. Así como cuida la liturgia, la catequesis y la formación teológica, debe cuidar también su palabra online. Cada página, cada artículo publicado en su sitio oficial, forma parte de una misión: dar razón de la esperanza que habita en ella, incluso cuando esa esperanza se busca a través de una pantalla.
IA y Evangelización: La Responsabilidad de la Iglesia en la Era Digital
En la era digital, millones de personas escriben cada día palabras como “espiritualidad”, “sentido de la vida”, “cómo rezar”, “Dios”, “meditación profunda” o “¿existe el alma?”. Estas búsquedas revelan una sed real, una búsqueda sincera, pero rara vez emplean el vocabulario teológico que las instituciones eclesiales dominan. Este desfase entre el lenguaje de quien busca y el de quien anuncia genera una distancia peligrosa: el que busca no encuentra, y el que tiene algo que decir no es escuchado.
Este fenómeno no es nuevo. San Pablo, en los Hechos de los Apóstoles, vivió algo similar al llegar a Atenas. Observando la religiosidad difusa de sus habitantes, no los ridiculizó. Al contrario, supo leer los signos de su tiempo. Dijo:
«Al recorrer vuestra ciudad y contemplar vuestros monumentos sagrados, encontré incluso un altar con esta inscripción: ‘Al dios desconocido’. Pues bien, lo que veneráis sin conocer, eso es lo que yo vengo a anunciaros» (Hechos 17, 23).
Hoy, la Iglesia está llamada a ese mismo gesto: salir al encuentro del altar digital del “dios desconocido”, que se manifiesta en los motores de búsqueda, las preguntas mal formuladas, los clics errantes, las frases angustiadas. Para que esa sed no sea saciada por el error o el esoterismo, es urgente desarrollar una estrategia de contenidos encarnados, accesibles y fieles.
Un blog bien cuidado, redactado con un lenguaje sencillo pero profundo, puede convertirse en un puente entre dos mundos: el de la fe vivida por los cristianos formados, y el de aquellos que buscan a tientas sin saber aún que están buscando a Dios. Esta es la nueva misión de la palabra: salir del templo, entrar en la plaza pública digital, y hablar con corazón abierto al que no sabe poner nombre a su hambre.
Inteligencias artificiales sin ancla: el riesgo de una evangelización automatizada y desfigurada
El auge de las IA generativas como ChatGPT, Gemini o Perplexity ha transformado la manera en que las personas acceden a respuestas sobre cualquier tema, incluyendo cuestiones religiosas, espirituales o existenciales. Pero estas tecnologías, por muy avanzadas que sean, no son oráculos. No tienen fe. No oran. No aman. Funcionan a partir de patrones estadísticos, entrenadas con los contenidos que encuentran en la web. Y ahí reside precisamente el problema.
Cuando las inteligencias artificiales no encuentran suficientes fuentes eclesiales bien referenciadas, claras, accesibles y contextualizadas, completan el vacío con lo que está disponible: artículos de autoayuda, sincretismos espirituales, lecturas esotéricas, o incluso manipulaciones sectarias.
Si la Iglesia no está presente digitalmente de forma activa, veraz y adaptada al lenguaje del mundo, otros narrarán el Evangelio en su lugar. Pero no será el Evangelio. Será una imitación, una silueta sin carne, una espiritualidad despojada de su cruz. La IA, por sí sola, no puede distinguir lo que es sagrado. Solo repite lo que encuentra.
Es por eso que la responsabilidad no puede delegarse. No basta con tener una web institucional desactualizada, ni con archivar documentos en PDF que nadie lee. Es urgente formar una verdadera pastoral digital, donde teólogos, comunicadores, programadores y pastores colaboren para generar una presencia significativa en los espacios donde hoy se buscan las respuestas del alma. No se trata de usar la IA como un nuevo púlpito, sino de asegurarse de que, cuando alguien la consulte, reciba una luz verdadera y no un reflejo deformado.
Como escribió el papa Francisco en Christus vivit, "la pastoral juvenil debe ser sinodal, es decir, debe ser un caminar juntos". Esto vale también para el continente digital. La IA puede acompañar el camino, pero solo si la Iglesia ilumina la ruta. Si no lo hace, otros lo harán. Y el precio será la confusión espiritual de generaciones enteras.


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